lunes, 11 de diciembre de 2017

El Pbro. Manuel Mancilla Sánchez en la iglesia de Jocotitlán y su historia

El sábado 21 de noviembre de 2015, se cumplen 25 años de aqul trágico accidente ocurrido en la carretera Toluca - México a la altura de Lerma, en el que el Pbro. Manuel Mancilla Sánchez y el joven egresado de la carrera de medicina, Sabino Jorge Rivera perdieron la vida.

El accidente que se debió la espesa neblina, ocurrió en las primeras horas de la mañana, pronto la noticia llegó a Jocotitlán extendiéndose rápidamente, la gente llegaba al curato o a la presidencia preguntando por lo ocurrido, con la esperanza de que les dijeran que no era cierto, poco a poco todo se fue confirmando, el tiempo pasaba y los feligreses cada vez en mayor número se reunían en el atrio a recordar, comentar y a esperar.

Las autoridades municipales participaron de inmediato con la intención de agilizar los trámites para que los restos pudieran ser trasladados a Jocotitlán, a la que había sido su iglesia por más de 13 años, donde la población entera esperaba a su sacerdote, había llegado también gente de las otras parroquias donde había estado, principalmente de Santana Ixtlahuaca.

Se veló durante toda la tarde y noche, en ningún momento dejó de estar llena la iglesia con la gente que lo quería, se rezaron rosarios, se oficiaron misas, cada persona que asistió pidió a dios por el eterno descanso de su alma, pasó la noche y se acercaba el momento de darle cristiana sepultura, dos comunidades querían que sus restos descansaran en su propia iglesia, por fin se decidió que fuera en Jocotitlán y se eligió el atrio, a los pies del templo, de ese templo que le debía sus torres, En ese lugar permaneció durante 15 años, hasta que el 21 de noviembre de 2005 sus restos fueron depositados en una de las columnas del templo.

La más cercana al lugar, donde en el evangelio de cada misa, hacia sus reflexiones y se dirigía a sus feligreses. 

Una placa dorada con letras negras indica el lugar preciso, en ella se escribió con muy pocas palabras, lo que el padre Manuel representó para quienes lo conocieron. 

1937-1990 

"Tú eres sacerdote para siempre" 

Pbro. Manuel Mancilla Sánchez 

Con cariño y gratitud de tus feligreses 

Jocotitlán, Méx., 21 de noviembre de 2005. 

En el aniversario de éste 2015, cuando cumple un cuarto de siglo, algunos de sus feligreses, que siempre lo recordamos, asistirán a misa a unir sus plegarias por el eterno descanso de su alma, pero también han querido dejar un testimonio escrito donde manifiestan su cariño, admiración y respeto al inolvidable sacerdote. 

Se ha escrito lo que dicta el corazón, hablando de la persona que conocimos, y que estuvo cerca de nosotros, con la única intención de compartir recuerdos, anécdotas, pero sobre todo la gratitud que el pueblo siente.

Profr. Efraín González Sánchez

Pbro. Manuel Mancilla Sánchez (1977-1990)

Conocí al padre Manuel una tarde a mediados de 1978, cuando comentábamos los integrantes del comité pro- escuela, la autorización para establecer una secundaria técnica agropecuaria en el municipio de Jocotitlán, decíamos que los problemas inmediatos eran conseguir un terreno de 22 Has. Y un establecimiento provisional para iniciar labores el día 2 de septiembre de ese año, cuando faltaban un poco más de tres meses. Las primeras palabras que le escuché, fueron para animarnos a enfrentar la situación como una oportunidad para los jóvenes, un reto para la comunidad y no como un problema, desde ese primer momento me quedó para siempre la impresión de que era un sacerdote que se interesaba por todos los acontecimientos de su comunidad y no solo eso, sino que sumaba siempre su participación. 

Con frecuencia me viene a la memoria su imagen con su inseparable sotana negra, cuando nos acompañaba a maestros y alumnos en aquellas primeras excursiones de Jocotitlán a la agropecuaria a realizar las prácticas de horticultura, a ver los avances en la construcción del nuevo edificio, o a compartir con alumnos y maestros el itacate y también a jugar futbol. 

Que fácil le resultaba acercarse a las personas, establecer comunicación y ganarse su confianza, en alguna ocasión me comentó que antes de ordenarse de sacerdote había impartido clases en una escuela de Toluca, me platicó algunas de sus experiencias y la comunicación que aún tenía con algunos ex alumnos. 

Siempre contamos con su apoyo, en ocasiones desde el púlpito invitaba a la comunidad a participar en las actividades de la escuela, a sentirse parte del proyecto y de su desarrollo. 

Poco tiempo después empezamos a conocer otra de sus facetas, las de constructor incansable, para enfrentar grandes retos. Desde la primera vez que vio la iglesia, se dio cuenta de que estaba incompleta, de que le faltaban las dos torres, investigó los antecedentes y se informó que a mediados del siglo (1949-1951), se había intentado terminar la obra que se había suspendido desde el año de 1895, pero que pronto se tuvo nuevamente que suspender, porque en el centro de la fachada apareció una grieta, considerándose que se debía al peso que se estaba agregando con la construcción de las torres, por lo que se tomó la decisión de suspender la obra, demoler lo que se llevaba de avance y dejar enrazado al nivel de la cornisa. Es oportuno señalar que en esta etapa de construcción se terminó la fachada al concluir la mayoría de las columnas y la cornisa inferior y superior, pues por más de 50 años solo hubo 4 columnas terminadas, de las 20 que la integran.

Solicito el apoyo de autoridades y peritos en construcción del Gobierno del Estado de México, hicieron estudios y cálculos y determinaron que si era posible la construcción de las torres con algunas especificaciones y el uso de materiales adecuados.
Se hizo el proyecto tomando como base los planos actualizados en 1949, maduró un plan, entrevistó a autoridades y empresarios, lo comentó con sus feligreses más cercanos y cuando estuvo listo lo dio a conocer en el púlpito contagiando con su entusiasmo al pueblo de Jocotitlán.
Si bien es cierto que las aportaciones del industrial Alejo Peralta y el Ayuntamiento local fueron importantes para la construcción de las torres, es de mucho mérito que en base a su liderazgo y a la confianza plena que le manifestaban los habitantes de toda su parroquia, un número considerable de familias se comprometiera a cubrir los costos de una columna, un capitel o de materiales y demás elementos arquitectónicos necesarios en la construcción, cada familia hacia un compromiso según sus posibilidades.

Un buen día se iniciaron los trabajos, y los avances de la obra diariamente los constataba la gente, no se suspendieron hasta que las dos torres quedaron terminadas. Si bien es su obra más significativa, no es la única, también construyó la casa cural, un salón de usos múltiples para actividades de la comunidad y el enlozado del atrio sin mencionar las obras de las parroquias donde estuvo anteriormente.
En la medida que lo iba conociendo, más me sorprendía la autenticidad de sus cualidades como sacerdote y como ser humano, un día supe que por el rumbo del seminario de la ciudad de Toluca, tenía una casa que daba albergue a estudiantes pobres y no solo eso sino que también los ayudaba en su alimentación y en la compra de libros, los exhortaba a superarse, y aprovechar la oportunidad de prepararse para convertirse en profesionistas y servir a la sociedad, a su pueblo, a su familia y así mismo, también les pedía que cuando triunfaran, ayudaran a alguien de su pueblo a estudiar y superarse. En muchas ocasiones se cumplió aquel sabio refrán. "El que da olvida y el que recibe debe recordar siempre".

No es menos admirable el gran cariño que le profesaba a su mamá, el respeto y atención se manifestaba en todos sus actos, cuando celebraba misa, ella se encontraba en las primeras filas, juntos apadrinaron a tantos niños de condición humilde y dieron ejemplo con sus actos de lo que deben ser los padrinos.

A continuación narramos anécdotas, platicadas por el padre Manuel en el púlpito que dejaron recuerdos y enseñanzas en los feligreses, quienes las recuerdan las narran así:
Queridos Hermanos: En una ocasión, siendo sacerdote muy joven, tuve que asistir a una comunidad lejana, Perteneciente al municipio de Temoaya, Estado de México, porque el sacerdote asignado estaba enfermo; tan pequeña era aquella comunidad, que aprovechaban que una vez al año, por ser fiesta de su "santo patrono", asistir a misa, y dar un listado al sacerdote celebrante, conteniendo los nombres de todos sus difuntos acaecidos durante muchos años.

La lectura de las listas daba como resultado que la ceremonia religiosa durara más de dos horas; ese día ya había concluido la lectura de los listados que me habían entregado los asistentes, cuando veo frente a mí una indita muy anciana que me acercó una hoja de cuaderno con muchos nombres, leí el listado de sus difuntos, concluyendo la lectura, con el micrófono en mano me propuse seguir con la ceremonia, cuando sentí que la anciana jalaba mi sotana; alejé el micrófono y le pregunte: ¿qué era lo que quería?
A lo que metiendo su mano entre sus pechos, extrajo otra hoja de cuaderno, la cual abrí, dándome cuenta de que era otro listado de personas, y me indicó que lo leyera, diciéndome "papel primero muertitos mi papá", este papel "muertitos mi mamá", lo que provocó que le dijera que podía mentalmente recordar a sus familiares difuntos y que dios los tomaría en cuenta, ya que había asistido a "oír" misa — de leer el listado se prolongaría la ceremonia religiosa, — por lo que con el micrófono continué con la celebración; nuevamente la anciana me jala la sotana y me indica que pida por sus familiares difuntos, yo insistí en que pidiera por ellos mentalmente y proseguí con la ceremonia, pero de nuevo me jala la sotana, notando la anciana que me estaba enojando, me mira fijamente y de manera serena me dice: "Tú lo quisiste ser cura, 'ora' tú te lo 'guantas' "
Tales palabras me desconcertaron, pero de inmediato comprendí su sabio significado y procedí con la lectura del segundo listado, por considerar que efectivamente debo cumplir con mi ministerio de sacerdote, que acepté en la ceremonia de ordenación, y que de la misma manera todos en la vida debemos cumplir con nuestros deberes ya sea como padre de familia, como agricultor, como obrero, como presidente municipal, gobernador etc.

Colaboraciones:
Profr. Efraín González Sánchez
Lic. Lauro Galo García Chimal
Ing. Valente Jorge Cid
Arq. José Manuel Jorge Cid
Sra. Carmen Gómez Moreno
Profra. Virginia Cid Sánchez
Familia Matías Nava

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